Si el socialismo en general ha dado gran importancia
a la educación, para el anarquismo en particular ha sido siempre uno de sus
grandes ejes de actuación.
Teóricamente el anarquismo no ha planteado
pedagogías entendidas como teorías de la educación originales, pero siempre ha
estado al corriente de las novedades en la materia y ha sabido tomar como
propias aquellas que le eran más afines, adaptándolas a su carácter particular.
Educación Integral
La educación integral. Es contrapuesta a una preparación selectiva, y a
un modelo que tiene como horizonte de justicia y equidad la igualdad de
oportunidades; es decir, cuya máxima aspiración es que se perpetúen las
desigualdades, pero que todos tengamos la misma probabilidad de estar en una u otra
posición. Frente a ello el anarquismo señala que la división social se sirve de
la existencia de dos enseñanzas:
Una orientada al trabajo intelectual (y que prepara a las clases
dirigentes) y otra más básica de tipo fundamentalmente técnico y de asimilación
del orden establecido (y que lleva a ser un trabajador de a pie).
El anarquismo propugna un desarrollo de todas las capacidades del
individuo, que posibilite tanto participar directamente en la producción, como
dirigirla, que permita tanto discutir los aspectos filosóficos de una cuestión,
como no echarse para atrás porque hay que doblar la espalda, tirar de paleta o
azada. Y ello con vistas a una sociedad en que se combinen los trabajos físico
e intelectual, de producción pura y de toma de decisiones y gestión.
En el anarquismo se plantea que debe ser el propio alumno el responsable
en última instancia de decidir qué quiere aprender y cómo y cuándo hacerlo.
También el que evalúe el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por ello y porque no
se educa para competir en el mercado de trabajo, se rechazan los premios y los
castigos en general, y las notas en particular.
Los anarquistas comienzan con una crítica a la
educación tradicional ofrecida por el capitalismo, tanto en su aparato
estatal de educación cuanto en las
instituciones privadas, normalmente mantenidas y regidas por órdenes
religiosas. La propuesta anarquista de educación va a procurar
trabajar con el principio de libertad, lo que abre dos vertientes de
comprensión y de acción diferenciadas: una que entiende que la educación debe
ser hecha a través de la libertad, y otra que considera que la educación debe
ser hecha para la libertad; en otras palabras, como decíamos atrás, una toma la
libertad como medio y la otra como fin.
La escuela es un instrumento de adoctrinamiento que no solo uniformiza e
inculca valores directamente, sino que justifica el hecho de que existan
dirigentes y dirigidos, dependiendo del éxito que se haya tenido en ella.
Además está estadísticamente demostrado que lo bien que nos vaya en la escuela
depende principalmente de nuestro entorno (sobre todo del nivel cultural y
económico de nuestra familia).
La escuela generaliza la idea de que ella es el único medio educativo válido.
De que si tras un aprendizaje no hay un título con un sello oficial, de poco
nos puede valer. Lo interiorizamos a pesar de que casi todos hemos aprobado
asignaturas sin haber aprendido nada, pero habiendo perdido un tiempo precioso,
y también asimilado enseñanzas vitales para nosotros sin necesidad de colegio
ninguno.
Los anarquistas, coherentes con su crítica al
Estado, jamás aceptarán esa educación ofrecida y gestionada por dicho Estado;
por un lado porque el Estado desde luego utilizará este vehículo de formación e
información que es su educación para esparcir las visiones sociopolíticas que
le resultan de interés.
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